El único sonido que se escucha la noche de los martes en una pequeña biblioteca del centro de Jerusalén es el traqueteo de las fichas marcadas con letras de 26 parejas que tratan de construir palabras sobre un tablero de Scrabble. Cualquier conversación –incluso susurrada- de inmediato es silenciada. Así es el Scrabble, el juego de mesa creado en 1938 por Alfred Mosher Butts, un arquitecto desempleado estadounidense.
Todas las semanas, más de 50 expatriados e inmigrantes (principalmente angloparlantes) se reúnen para jugar tres rondas del juego en el Club de Scrabble de Jerusalén. Desde su fundación en 1983 por Sam Orbaum, un columnista del Jerusalén Post e inmigrante estadounidense, el club ha contado a más de 1.933 personas que han jugado 122.723 partidas de Scrabble.
Sus participantes a lo largo de los años –que va desde jóvenes hasta adultos, desde judíos a cristianos y musulmanes, o desde religiosos hasta seglares- han reflejado la diversidad de esta antigua ciudad. Esta noche, un israelí de mediana edad fue pareado con una mujer vienesa de 90 años de edad que huyó a Israel después de sobrevivir del Holocausto. En una mesa cercana, un hombre con un sombrero y traje negro, que es el atuendo típico de la comunidad judía ultraortodoxa, está sentado frente a una mujer seglar que usa pantalones, en una mezcla de poblaciones que no suelen verse.
“Todos son de diferentes lugares y cada uno tiene su historia”, dice Dahlia Friedman, quien se mudó a Jerusalén desde Nueva York y se unió al club hace unos 20 años. “Pero cuando estás jugando una partida, el Scrabble es lo único que importa”.
Aunque este es el club israelí de Scrabble más antiguo, hay un puñado de clubes similares distribuidos a lo largo del país a medida que el juego ha ido ganando fuerza.
Hay unos 300 jugadores de Scrabble competitivo en Israel, según Evan Cohen, quien dirige el Club de Scrabble de Tel Aviv, fundado en 1998, al cual acuden unas 30 personas semanalmente. Ese club también alberga un torneo anual internacional.
Aunque el Scrabble ha ganado popularidad en Israel a lo largo de los últimos 30 años, la cantidad de jugadores que juegan en clubes se ha estancado debido a las plataformas de redes sociales como Facebook, que presenta al juego como una manera de estar en contacto con los amigos y provee una fácil alternativa a los juegos presenciales.
“Muchos jugadores que actualmente juegan Scrabble en inglés, lo harán en línea, en sus teléfonos celulares en lugar de hacerlo en un club”, afirma Cohen, un profesor de lingüística de la Universidad de Tel Aviv, quien ha representado a Israel varias veces en el Campeonato Mundial de Scrabble.
Entre esos jugadores del Club de Jerusalén suelen encontrarse Lee y Madeline Wetherhorn, quienes cada semana viajan 30 minutos desde su casa en Elazar, una comunidad judía en el Banco Occidental. En Elazar casi todos profesan el judaísmo moderno ortodoxo, se abstienen de trabajar durante el Sabbat y sólo consumen comida kosher. Aquí, los Wetherhorns han forjado una amistad con judíos no practicantes, y durante un tiempo con un hombre árabe de las cercanías de Belén, que venía todas las semanas para mejorar su inglés jugando Scrabble.
“Es como una familia extendida, especialmente para los inmigrantes como nosotros”, dice Madeline Wetherhorn, una profesora jubilada que se mudó a Israel con su esposo desde Carolina a principios de los años ‘80. “Hemos hecho amigos maravillosos aquí, que nunca los habríamos conocido porque viven en diferentes comunidades, tienen diferentes estilos de vida, distintas profesiones, y no son religiosos”.
Las discusiones de temas políticos no son permitidas. “Estamos totalmente enfocados en el Scrabble”, cuenta David Litke, director del Club, quien es de Peoria, Illinois. “No permitimos que las personas pregunten a los demás acerca de las afiliaciones religiosas”.
Durante la jornada no se escuchan argumentos acerca de la viabilidad del proceso de paz palestino-israelí, pero si hay mucho debate acerca de cuál diccionario usar. “Es un tema álgido, como entre Protestantes y Católicos”, dice Amy Tzubery, una de las pocas nativas israelíes en el club. El Club de Jerusalén está un poco aislado en ese sentido: es el único en Israel que usa el Diccionario de la Asociación de Jugadores de Scrabble de Norteamérica (conocido como Naspa por sus siglas en inglés). El resto de los clubes en Israel usan el Diccionario Collins, el cual tiene miles de palabras más y es el estándar en el resto del mundo, excepto en Estados Unidos.
El club de Tel Aviv votó para cambiar por el Diccionario Collins en el año 2005. “Casi todos los jugadores de Scrabble del mundo ya se han cambiado y nosotros queremos ser parte de eso, jugar en el exterior y tener jugadores allí”, asegura el señor Cohen. “Desde que cambiamos para jugar con el diccionario internacional, muchos de nuestros miembros viajan para jugar”, relata Cohen. Cerca de una docena de sus mejores jugadores participan en un torneo regional en Malta todos los años, y también asisten a competencias a lo largo de Europa y Asia.
Algunos en el club de Jerusalén quisieran cambiar de diccionario para así tener más posibilidades en los torneos nacionales e internacionales, pero otros se oponen fuertemente. “No estoy interesado en cambiar”, asegura Paul Serkin, quien dice que no le gustaría tener que aprender las miles de palabras adicionales que tiene el diccionario Collins. El señor Serkin, un estadounidense vendedor de computadoras que se unió al club de Jerusalén hace cinco años, después de emigrar a Israel, dice que el cambio pondría en desventaja a los jugadores menos avanzados como él.
“Las primeras diez semanas que vine, perdí todas las partidas”, contó.
El club también es muy riguroso con las estadísticas. Un miembro de larga data, Zev Kesselman, un programador de computadoras nacido en Nueva York, desarrolló un programa para parear jugadores y hacer seguimiento a su desempeño. El programa organiza a los jugadores en tres grupos, dependiendo de su nivel y crea parejas de juegos dentro de esos grupos.
“Tratamos de emparejarlos basado en su desempeño, porque no es divertido jugar con alguien de un nivel muy distinto al tuyo”, dice Lee Kesselman, esposa de Zev, quien no juega Scrabble, pero acude a las reuniones para llevar los registros e ingresar los datos en el programa. Zev Kesselman es actualmente el mejor jugador del club.
Raras veces se cancelan las reuniones, ni siquiera en tiempos de guerra. Durante el verano de 2014, mientras los miembros estaban reunidos jugando Scrabble, ocurría un bombardeo en la Franja de Gaza y se escuchó una sirena de ataque aéreo. Los participantes corrieron por protección hacia el hueco de la escalera, el área más fortificada del edificio.
“Pero, antes de que todos corrieran a resguardarse, se escuchaba el sonido de 50 personas colocando sus fichas boca abajo sobre la mesa, para que sus contrincantes no pudieran ver sus letras”, recordó el señor Friedman.
Los participantes dicen que la dura competencia los mantiene enganchados al juego. “Es una lucha encarnizada”, dice Cilla Meroz, quien se mudó desde Sudáfrica a Jerusalén en 1963 y se unió al club hace 20 años.
Pero, ellos también dicen que el club les da un sentido de pertenencia en Jerusalén, y una oportunidad para enfocarse en construir una amistad y una comunidad. “Es un grupo integrado de amigos”, dice el señor Serkin, el vendedor de computadoras. “Yo trabajo muy duro como contratista independiente, pero me puedo relajar aquí. Aunque también consigo mucho trabajo con la gente del club”.
FUENTE: Wall Street Journal